La Autovía de Punilla sigue generando polémica. Mientras se presenta como una obra que respeta el ambiente e incluye pasafaunas para preservar la biodiversidad, los hechos demuestran otra cosa: lo instalado está muy lejos de lo que realmente necesitan nuestros ecosistemas.
Pasafaunas: ¿una solución real o un parche mal diseñado?
Los pasafaunas, en teoría, son una herramienta valiosa. Se diseñan para permitir que los animales crucen rutas sin ser atropellados y para mantener conectados sus hábitats. Pero para que funcionen, no basta con hacer un agujero o una pasarela. Deben tener una ubicación adecuada, estar diseñados según el comportamiento de las especies locales, incluir vegetación nativa y contar con monitoreo constante.
Nada de eso sucede en Punilla. Lo que se construyó no responde a estándares reales de conservación. Es más una puesta en escena que una solución concreta. Se habla de “corredores ecológicos”, pero no se considera que la traza de la autovía atraviesa zonas de bosque nativo en estado crítico, hogar de especies en riesgo. Además, ya se han registrado atropellamientos de fauna en zonas donde supuestamente el problema estaba resuelto.
Un impacto más profundo del que se quiere reconocer
La situación va más allá de la fauna. Este tipo de obras fragmenta ecosistemas enteros, interrumpe ciclos vitales y arrasa con espacios cargados de memoria, identidad y cultura. La zona por donde pasa la autovía está llena de sitios ancestrales, como pircas y senderos milenarios. No sólo se está afectando la vida silvestre, también se vulnera el derecho de las comunidades originarias a conservar y habitar su territorio.
En otros lugares, sí se hace bien
En países como Canadá, Países Bajos o Australia, los pasafaunas son verdaderos puentes verdes, llenos de vegetación autóctona, diseñados a medida y monitoreados científicamente. Incluso en otras provincias argentinas, como Misiones, se ha demostrado que cuando se hacen bien, funcionan: bajan los atropellamientos y permiten que la fauna se desplace sin riesgos.
Así es el pasafauna construido por el gobierno de Misiones
¿Qué deberíamos estar exigiendo?
No se trata de estar en contra del desarrollo, sí no de exigir que se haga con responsabilidad. Si se va a intervenir una región tan sensible como Punilla, se debe hacer con conocimiento científico, con participación de las comunidades, con planificación seria y con respeto por lo vivo. No se puede maquillar el impacto con estructuras que no cumplen su función.
El monte no es un decorado. Es un sistema complejo, vivo, interdependiente. Y si seguimos tomando decisiones desde una lógica extractivista y apurada, los daños serán irreversibles.