Nos pasamos la vida buscando respuestas en lugares equivocados. Le preguntamos a la ciencia, a la lógica, a los manuales de instrucciones. Pero hay preguntas que solo se pueden responder con un trazo de pintura, con un acorde que no existía, con una palabra que nace en el silencio de la noche.
¿Qué significa ser creativo?
Significa rebelarse. Es mirar un mundo lleno de reglas, de líneas rectas y de "así se han hecho siempre las cosas", y atreverse a dibujar una curva. Es la voz que, en medio del ruido, susurra: "¿Y si...?". Ser creativo es el acto de desobediencia más hermoso y necesario que existe. Es negarse a ser un simple espectador de la realidad para convertirte en arquitecto de la tuya.
Ser creativo es, en esencia, un acto de amor. Es tomar el caos, el dolor, la alegría desbordante o la melancolía de un atardecer en las sierras y transformarlo en algo nuevo. Es tender un puente entre tu mundo interior y el de los demás. Cuando escribís un poema, cuando cocinás una receta inventada, cuando encontrás una solución inesperada a un problema cotidiano, no estás simplemente "haciendo cosas". Estás diciendo: "Estuve aquí. Sentí esto. Y esto es lo que hice con ello". Es tu huella digital en el alma del universo.
Y... ¿por qué somos creativos?
Porque no nos alcanza. Así de simple. No nos alcanza con solo existir. Necesitamos más.
Somos los descendientes de aquellos que miraron una cueva y vieron un hogar, de los que miraron las estrellas y no solo vieron puntos de luz, sino que dibujaron héroes y dioses. Somos la herencia de quienes golpearon dos piedras y no solo buscaron una chispa para el fuego, sino que encontraron un ritmo.
La creatividad es nuestro instinto de supervivencia más sofisticado. No nos permitió solamente cazar o construir refugios. Nos permitió soñar, darle un sentido al misterio, contar historias alrededor del fuego para espantar a la oscuridad, no solo la de afuera, sino la de adentro. Creamos para entendernos, para conectar con algo más grande que nosotros mismos, para dejar una estela que diga que nuestro paso por este mundo, por breve que sea, importó.
Somos creativos porque llevamos dentro el eco del Big Bang. Una fuerza expansiva, caótica y creadora de mundos. Ser creativo es conectar con esa energía primordial. Es sentir cómo la vida misma busca expresarse a través de tus manos, de tu voz, de tus ideas.
No se trata de ser un artista. Se trata de estar vivo.
La próxima vez que sientas esa picazón en los dedos, esa idea que parece absurda, esa necesidad de cambiar algo de lugar sin saber por qué, no la ignores. Es el universo, susurrándote al oído que dejes de ser un punto en el mapa y te animes a ser el cartógrafo de tu propio viaje.
Ser creativo es, sencillamente, la forma más valiente de estar vivo.