Hacer compost en casa no solo es una forma efectiva de reducir los residuos orgánicos, sino también una manera sencilla y natural de devolverle a la tierra parte de lo que nos da. Convertir restos de cocina y jardín en abono es más fácil de lo que parece y cualquiera puede hacerlo, incluso sin jardín. A continuación, te contamos todo lo que necesitás saber para empezar hoy mismo.
¿Qué es el compost y por qué hacerlo?
El compost es el resultado de un proceso natural en el que los residuos orgánicos se descomponen gracias a la acción de microorganismos, aire y humedad, formando un abono rico en nutrientes. Este material mejora la estructura del suelo, favorece el crecimiento de plantas, y es una alternativa ecológica a los fertilizantes químicos.
Además, compostar ayuda a reducir hasta el 50% de los residuos que generamos en casa. Menos basura significa menos contaminación y menos emisiones de gases en los vertederos.
¿Qué residuos se pueden compostar?
La regla básica es: todo lo que alguna vez estuvo vivo, puede compostarse, aunque con algunos cuidados.
✅ Se puede tirar:
- Cáscaras de frutas y verduras (crudas o cocidas, sin sal ni aceite)
- Saquitos de té y yerba mate usada
- Restos de café con filtro
- Pan, cereales, arroz y pastas cocidas (en pequeñas cantidades)
- Hojas secas, pasto cortado, ramitas finas
- Cáscaras de huevo trituradas
- Papel y cartón sin tinta (servilletas usadas, rollos de cocina)
- Pelo y uñas
❌ No se debe tirar:
- Carne, huesos, pescados, lácteos (generan mal olor y atraen animales)
- Aceites y grasas
- Excremento de mascotas
- Restos de comidas cocidas con sal o condimentos
- Plásticos, vidrios, metales, telas sintéticas
El equilibrio es clave: una buena proporción entre materiales húmedos (verdes: restos de cocina) y materiales secos (marrones: hojas secas, cartón, ramas) hará que el compost no se pudra ni huela mal.
¿Dónde hacer compost?
1. En un contenedor:
Se puede utilizar un tacho con tapa, una compostera comercial o un recipiente reciclado. Es ideal que tenga orificios en los laterales o en la base para permitir el ingreso de aire. Si usás un balde, hacé algunos agujeros con un taladro o cuchillo caliente.
2. En el suelo:
También podés compostar directamente sobre la tierra, en un rincón del patio o jardín. Hacerlo así tiene la ventaja de que los bichitos y microorganismos del suelo colaboran con el proceso. Solo se recomienda delimitar el espacio con madera, ladrillos o malla para evitar que se desparrame.
¿Se necesita aislante?
No es obligatorio, pero en superficies muy húmedas o en zonas de mucha lluvia puede colocarse una base de ramas o maderas para mejorar el drenaje. Si compostás en terraza o balcón, es mejor usar un recipiente cerrado o con base para no manchar el suelo.
¿Cuándo y por qué hay que agregarle agua?
La humedad es fundamental: sin agua, los microorganismos que descomponen los residuos no pueden trabajar.
El compost debe estar húmedo como una esponja escurrida, ni seco ni chorreando. Si al agarrar un puñado y apretarlo no sale agua pero se mantiene unido, está perfecto.
¿Cuándo agregar agua?
- Cuando veas que el contenido está seco, polvoriento o muy suelto.
- En verano o en climas secos, revisar más seguido.
- Siempre que se agregan muchos materiales secos (hojas, cartón), conviene humedecer un poco.
El exceso también puede ser un problema. Si hay demasiada agua, el compost se pudre y huele mal. En ese caso, agregar hojas secas o ramas ayudará a equilibrar.
¿Hay que revolverlo?
Sí, idealmente una vez por semana. Al mezclar se incorpora oxígeno, que acelera la descomposición y evita malos olores. Además, asegura una distribución pareja de los materiales.
Si no se puede revolver seguido, no pasa nada, pero el proceso será más lento.
¿Cuánto tiempo tarda?
Depende del clima, el tipo de residuos y el cuidado, pero en general el compost está listo entre 3 y 6 meses.
Sabrás que está listo cuando:
- Tiene olor a tierra húmeda.
- No se reconocen los restos que se tiraron.
- Tiene una textura suelta, oscura y homogénea.
¿Qué hago con el compost terminado?
Podés usarlo para:
- Enriquecer la tierra de macetas o canteros.
- Mezclar con sustrato para plantas.
- Colocar alrededor de árboles o arbustos.
- Mejorar suelos pobres o erosionados.
Un hábito sencillo con impacto real
Hacer compost es una de esas pequeñas acciones cotidianas que generan un gran impacto. No solo reducís basura, también mejorás tu entorno y ayudás a regenerar la tierra. Es una forma de volver a conectar con los ciclos naturales, desde tu cocina hasta tu jardín o balcón.
Preparate para ensuciarte un poco las manos y descubrir que, con paciencia y constancia, se puede transformar la basura en vida.